Lo de las empresas de la ribera del Huerva empieza a ser un deja vu doloroso. Un día de la marmota entre lodo, pólizas de seguros y reivindicaciones que se ahogan en el agua de las lluvias torrenciales.
En julio de 2023 una fuerte tromba de agua y granizo puso en jaque a Zaragoza y sus inmediaciones. Especialmente, a las zonas industriales, que registraron unas pérdidas superiores a 81 millones de euros, según los datos aportados por CEPYME Zaragoza.
Dos años después, la lluvia y el barro volvieron a protagonizar ese mal sueño que parecía -o, al menos debería- haber quedado atrás. El 28 de septiembre una tormenta golpeó de nuevo al tejido empresarial de Cuarte, Cadrete, María de Huerva y otras zonas industriales de la periferia zaragozana, como el polígono de Malpica.
Suministros Industriales Herco achicó agua en 2023 y volvió a hacerlo el pasado mes de septiembre. Su primera sensación al levantar la persiana y encontrarse -de nuevo- con el barro fue de “incredulidad”, califica Carlos Sánchez, CEO de Herco Suministros Industriales. “Ver el esfuerzo de tu equipo y tu inversión cubiertos de lodo por segunda vez genera una impotencia increíble”, recuerda.
Un sentimiento de vulnerabilidad que dejaron, sin embargo, en un segundo plano, porque “lamentarse no saca el agua”. Pasaron en minutos “de la desolación a la acción”, con la idea de que “ya salimos de una y saldremos de esta mejor y más rápido”.
Rápido, porque el reloj corre en contra de quienes son presa del agua. “El daño material se arregla, pero la facturación que pierdes mientras estás cerrado es lo que mata a la empresa”, explica Sánchez.
En vista de lo ocurrido en 2023 y sabiendo que la situación del escenario en el que trabajan “es, lamentablemente, muy similar”, Herco estableció protocolos con los que minimizar los daños: “Sabíamos qué existencias eran críticas para salvar primero, teníamos la red informática y comunicaciones a salvo y, sobre todo, la comunicación con nuestro corredor de seguros fue quirúrgica desde el minuto uno”.
En esta ocasión, conocían a la perfección “qué fotos tomar, qué vídeos grabar y cómo separar el stock dañado para facilitar la peritación del Consorcio. La primera vez sobrevivimos por coraje; esta vez lo hemos gestionado con método”, insiste Sánchez.
Además de en cómo afrontar el problema, Herco ha trabajado, desde entonces, en cómo prevenirlo. A raíz de las lluvias del 2023, cambiaron radicalmente: “Hemos invertido en compuertas, hemos elevado instalaciones eléctricas y modificado la logística del almacén para minimizar daños”.
Con la sensación de tener los deberes hechos, en Herco dirigen la crítica al “exterior” y denuncian que las infraestructuras del cauce no han avanzado al ritmo que exige el cambio climático: “Nosotros podemos blindar nuestra nave, pero si el entorno no drena, el agua siempre encuentra el camino. Esa es la asignatura pendiente”.
P. ¿Cuál es la sensación de las empresas de la ribera del Huerva ante las repetidas inundaciones?
R. Tenemos miedo a convertirnos en una ‘zona de riesgo inasegurable’. Si estas inundaciones se vuelven la norma y no la excepción, nos preocupa que las aseguradoras endurezcan las condiciones o que la actividad industrial se vuelva inviable en la zona. La sensación es que necesitamos soluciones hidráulicas estructurales ya, no parches cada vez que llueve.
P. Pero a pesar de ese riesgo, la probabilidad sigue siendo elevada…
R. Necesitamos que la Confederación Hidrográfica del Ebro y las Administraciones mantengan el cauce del Huerva y los barrancos aledaños limpios de maleza y obstáculos que hacen de tapón. También necesitamos revisar el alcantarillado de los polígonos, que muchas veces es incapaz de absorber estos picos de lluvia torrencial. No podemos normalizar que cada tormenta fuerte ponga en jaque a la industria de la ribera del Huerva y Zaragoza.
En 2023 una tormenta puso en jaque a la ribera del Huerva. Herco no dudó en ponerse las botas de agua entonces y tampoco lo ha hecho ahora. En aquel mes de julio, limpiaron el lodo de sus instalaciones y levantaron la persiana para retomar su actividad habitual, con mejoras que minimizaran los daños de una posible -ahora pasada- tromba futura y una póliza de seguros bien diseñada que cubriera las existencias dañadas y los días de parón.
Su historia es una muestra de la resiliencia de las empresas de la ribera del Huerva. Una zona industrial que, desde entonces, se blinda ante la amenaza del agua y exige soluciones para que la tragedia no vuelva -una vez más- a suceder. Dos años ya predicando en el desierto.

