“A mí la riada no me va a arruinar”

Baiges, una de las empresas más afectadas por las inundaciones del 28 de septiembre, sigue luchando para salir adelante.

Casi 50 centímetros de lodo y agua cubriendo sus máquinas. Esa fue la imagen que se grabó en las retinas de los hermanos Ana, Armando y Ángel Baiges el pasado 28 de septiembre. Y también en las paredes de su taller, que todavía guardan el recuerdo de una tormenta que marcaría un punto de inflexión en su ya sexagenaria trayectoria empresarial.

“Ni en mi peor pesadilla me podría haber imaginado que el agua entraría por la puerta y llegaría hasta el final de una nave de 50 metros lineales”, recuerda Ana, propietaria Baiges, dedicada al curvado y la soldadura robotizada, visiblemente emocionada. “Qué fuerza debía llevar”, expresa con incredulidad.

Ana Baiges, propietaria, explica que la empresa tuvo que estar parada durante 25 días.

El enorme volumen de agua que recorrió las calles del polígono “partió” la puerta del taller de Baiges, dejando su infraestructura completamente expuesta a la tormenta. “La humedad que se registró en nuestras instalaciones tras el suceso rozó el 85%”, indica Ángel.

Los hermanos Baiges dejaron en un segundo plano el miedo y la incertidumbre que provocan ver bajo el agua 65 años de esfuerzo y empezaron, junto a todos los trabajadores “que no dudaron ni un segundo en remangarse para ayudar y les estamos eternamente agradecidos”, a trabajar en las labores de saneamiento de las instalaciones y de la maquinaria. Un total de 25 días de paro de la actividad que solo interrumpieron “un par de días para completar pedidos urgentes de algunos clientes”, apunta Ángel, dejando entrever su profesionalidad y compromiso.

El agua oxidó pedidos terminados.
Los daños ascienden a 150.000€.

“Mirando al frente y llorando no se avanza”, recalca Ángel. Es más, “todavía no hemos llorado”, subraya su hermana. Quizá porque ni siquiera han tenido tiempo. Y porque “esto solo puede afrontarse con fe y con coraje”, asegura Ana, a punto de quebrarse.

Y es que en Baiges se respira una dicotomía entre la inseguridad que produce un futuro incierto y la certeza de que van a salir adelante. Ángel está seguro de ello: “A mí la riada no me va a arruinar”.

El escenario que dejó tras de sí la tormenta fue límite. El agua ahogó los motores de muchas de sus máquinas, los de “todas aquellas que estaban por debajo del nivel del agua”, explica Ángel. “Solo se salvó una curvadora porque tenía el motor a un metro del suelo. Al resto de máquinas ha habido que quitárselo, cambiar los cojinetes, limpiarlas, comprar motores nuevos…”, recalca. En total, los daños ascienden a 150.000 euros, aproximadamente.

Las marcas de la pared recuerdan que la inundación alcanzó los 50 cm.

A pesar de su valentía, Ángel confiesa que está “un poco desesperado” porque la huella de la tormenta todavía no se ha borrado. “Ahora mismo, una de las máquinas nos está dando problemas. Llevo desde las siete de la mañana intentando ponerla en marcha y va avanzando… pero mal. De hecho, nuestro hermano Armando está trabajando en ello ahora mismo”, explica. “Tres veces la hemos reparado ya… tres”, insiste su hermana.

Son expertos en curvado de metales.
Pronto estarán al 90% de su productividad.

La sensación es de absoluta impotencia. Una desgracia particular que escenifica el desamparo de las empresas que no tienen un buen seguro en situaciones como esta. “Lo primero que pensamos es que si teníamos un buen seguro. El fiasco fue que no era así”, lamenta Ana.

Esta situación nos recuerda que “toda actividad personal o empresarial implica riesgos de causar o sufrir daños, lo que justifica la necesidad de contar con una adecuada cobertura aseguradora”, explica Eugenio García-Rodeja, titular de la asesoría jurídica de FEMZ. “Por ello, incluir las primas de seguro en los gastos ordinarios es esencial para garantizar el resarcimiento de daños propios o a terceros y para una gestión responsable”, añade.

La empresa ya trabaja al 70% de su capacidad productiva.

Ahora ya trabajan al 70% de su capacidad productiva y tienen asegurado el trabajo hasta la mitad de enero. La semana que viene “quizá” puedan estar ya al 90% “siempre que no surja nada más”, apunta Ana. Pero “hay que afrontarlo con una sonrisa”, asegura.

Son conscientes de que para el futuro deben implementar medidas que protejan a sus instalaciones del agua. Pero de momento viven en el ahora, en seguir trabajando, pagando a los proveedores y potenciando la venta. “No nos podemos parar”, sentencia Ana.

Con 65 años de experiencia a sus espaldas, Baiges mira al futuro con decisión. Con la certeza de que mañana volverán a levantar la persiana. De que los clientes siguen ahí, porque su profesionalidad, buen hacer y transparencia les avalan.

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